Los estudiantes copian porque se puede aprobar copiando. Copian porque así aparentan que entendieron un tema que no estuvo a su alcance. Copian por inseguridad para decir lo que piensan sin sentirse avergonzados o burlados por equivocarse o por no coincidir con lo que piensa el profesor. Copian porque se sienten aburridos, desperdiciados y estafados cuando no se les exige pensar y se les deja tareas irrelevantes y abrumadoras. Copian porque tienen flojera o desmotivación para el trabajo escolar. Copian porque si no hay un vínculo de aprecio entre profesores y alumnos no les molesta exponer su imagen de seriedad. Copian porque temen no ser lo suficientemente hábiles o por las consecuencias (humillación, castigos) que pueden traer los malos resultados. Copian si perciben que la meta última de sus estudios es obtener buenas notas y que serán comparados o rankeados en función de sus resultados. En suma, copiar es una forma sencilla de salir del paso de una exigencia escolar dolorosa ó desvalorizadora para los estudiantes. Sin embargo, las autoridades suelen calificar esta copia como delictiva o inmoral.
Así como cometer un foul en un partido de fútbol es una transgresión sancionada pero no inmoral, copiar en un examen o trabajo es una transgresión sancionable (por las reglas de juego vigentes) pero discutiblemente inmoral, como algunos suelen aducir.
Más inmoral podría considerarse al profesor que se cree Dios y que su santa verdad debe ser grabada en la mente de los estudiantes cual doctrina infalible e incuestionable. La pedagogía moderna no admite esta sistemática agresión a la mente humana que deviene de obligar a los niños a convertir su cerebro en un inútil disco duro que almacena información, sin que se le provea del software para sacarle provecho.
Alfie Kohn, en “Who’s Cheating Whom?” (Phi Delta Kappan, octubre 2007) sostiene que más allá de culpabilizar a los alumnos por copiar o plagiar, sería bueno preguntarse porqué tantos alumnos hacen cosas que se supone que no deben hacer, y qué nos dice eso sobre la pedagogía escolar. A veces prestamos tanta atención a las características de personalidad y conductas individuales, que perdemos de vista cómo el contexto social afecta lo que hacemos y lo que somos. Tratamos cada transgresión o dificultad académica como si fueran resultados de la incompetencia o de una intención perversa de los alumnos, sin prestar atención al contexto en el que estas actitudes ocurren. Así, se culpa al alumno que copia, sin considerar que lo que está haciendo es reaccionar a una presión intelectualmente abusiva a la que es sometido.
En suma, diría que los estudiantes no copian porque sean malos. El hábito de copiar puede entenderse mejor como un síntoma de lo que anda mal en las prioridades y enfoques pedagógicos de la escuela, más que como una mera conducta premeditada censurable de los alumnos.
La reflexión que tenemos que hacer es la siguiente. Si copiar es una infracción a las reglas de juego de la actividad escolar normada por las autoridades pedagógicas, ¿cómo calificar éticamente a las autoridades y profesores que con sus actitudes, metodologías y exigencias inducen a los alumnos a copiar? ¿No es inmoral inducir a otros, especialmente si son menores, a cometer infracciones? Si no queremos que los alumnos copien, no les propongamos situaciones que los tienten a copiar para sobreponerse al aburrimiento, la sobre exigencia, memorización, dolor, competencia o la obsesión por competir y sacar buenas notas como meta del aprendizaje. Si no estamos a la altura de los alumnos de estos tiempos, capacitémonos o busquemos otro oficio, pero no descarguemos las culpas sobre las víctimas.
Le agradeceremos contar con sus ideas respondiendo a las siguientes tres preguntas:
Es desde aquí donde ustedes podrán compartir e intercambiar conocimiento a través de la lectura, la escritura y la compresión.
viernes, 19 de noviembre de 2010
miércoles, 17 de noviembre de 2010
los alumnos que copian gritan quiero: "Quiero libertad"
ME PARECE TAN BUENO QUE ME DEJO SIN PALABRAS
miércoles, 3 de noviembre de 2010
LEE, COMPRENDE, APRENDE, EXPLICA Y ESCRIBE.: CUENTO "EL ROBOT DESPROGRAMADO"
LEE, COMPRENDE, APRENDE, EXPLICA Y ESCRIBE.: CUENTO "EL ROBOT DESPROGRAMADO":
profe me parecio chebre el cuento por que el niño cuando se entero de que no trataba bien sus cosas aprendio la leccion y puso mas empeño en tratarlas bien
profe me parecio chebre el cuento por que el niño cuando se entero de que no trataba bien sus cosas aprendio la leccion y puso mas empeño en tratarlas bien
jueves, 28 de octubre de 2010
1.Que a los q no les gusta escribir por q estan cansados o con pereza escriban con animo
2.Que ami no es q me guste arto escribir pero eso nos ayuda a memorisar cosas
3.Si porq uno no tiene q regañar a un alumno para q escriba cualquier cosa
4.Un profesor q no nos hiciera escribir tanto,q nos diera 5 minutos para hablar con un amigo
5.Que fueran juiciosos y muy inteligentes como el curso 5-2 de la primaria de la E.N.S.I.
ATT:LUIS CAMILO CRIOLLO CEBALLOS 5-2
2 DE NOVI.. 2010
2.Que ami no es q me guste arto escribir pero eso nos ayuda a memorisar cosas
3.Si porq uno no tiene q regañar a un alumno para q escriba cualquier cosa
4.Un profesor q no nos hiciera escribir tanto,q nos diera 5 minutos para hablar con un amigo
5.Que fueran juiciosos y muy inteligentes como el curso 5-2 de la primaria de la E.N.S.I.
ATT:LUIS CAMILO CRIOLLO CEBALLOS 5-2
2 DE NOVI.. 2010
beltrangutierrez00@messenger.com
me gusta el cuento EL ROBOT DESPROGRAMADO porque me enseña que hay que ser organisado, valorar lo que me regalan y saber compartir=Carlos Felipe Beltran Gutierrez.
miércoles, 20 de octubre de 2010
CUENTO "EL ROBOT DESPROGRAMADO"
EL ROBOT DESPROGRAMADO
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro con todo lo que quería. Aunque no ayudaba mucho en casa, se puso contentísimo cuando sus papás compraron un robot mayordomo último modelo. Desde ese momento, iba a encargarse de hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y sobre todo, recoger la ropa y su cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que aquel primer día Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al día siguiente y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.
De hecho, estaba "demasiado" limpio, porque no era capaz de encontrar su camiseta favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los buscó, no volvieron a aparecer, y lo mismo fue ocurriendo con muchas otras cosas que desaparecían. Así que empezó a sospechar de su brillante robot mayordomo. Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por todas partes, hasta que le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y guardándoselo.
El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal programado, y les pidió que lo cambiaran. Pero sus padres dijeron que de ninguna manera, que eso era imposible y que estaban encantados con el mayordomo. Que además cocinaba divinamente. Así que Ricky tuvo que empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente insistía a sus padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel amable y simpático robot, por mucho que cocinara mejor que la abuela.
Un día, el robot oyó sus protestas, y se acercó a él para devolverle uno de sus juguetes y algo de ropa.
- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba- dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo! ¡Llevas semanas robándome cosas!
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo! ¡Llevas semanas robándome cosas!
- respondió furioso el niño.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? - dijo con cierto aire orgulloso.
Entonces Ricky comenzó a sentirse avergonzado. Llevaba toda la vida tratando las cosas como si no sirvieran para nada, sin cuidado ninguno, cuando era verdad que mucha otra gente estaría encantada de tratarlas con todo el cuidado del mundo. Y comprendió que su robot no estaba roto ni desprogramado, sino que estaba ¡verdaderamente bien programado!
Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un "niño de eficiencia máxima" y puso verdadero cuidado en tratar bien sus cosas, tenerlas ordenadas y no tener más de las necesarias. Y a menudo compraba cosas nuevas para acompañar a su buen amigo el robot a visitar y ayudar a aquellas otras personas.
Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un "niño de eficiencia máxima" y puso verdadero cuidado en tratar bien sus cosas, tenerlas ordenadas y no tener más de las necesarias. Y a menudo compraba cosas nuevas para acompañar a su buen amigo el robot a visitar y ayudar a aquellas otras personas.
Por: Pedro Pablo Sacristán
Suscribirse a:
Entradas (Atom)